Burgos

Día 1. Antes de llegar al hotel, como íbamos justos de tiempo, fuimos directamente a visitar el Monasterio de las Huelgas. Se trata del principal monasterio cisterciense femenino en España y cabeza de todos los implantados en Castilla. Su visita, que es guiada, nos llevó alrededor de una hora.
Cuando salimos ya estaba anocheciendo.
Nos dirigimos al centro de la ciudad. No teníamos parking en el hotel, pero aparcamos sin problemas en la calle de Fernán González (justo frente al Arco de Fernán González). Enseguida nos encontramos con una espectacular estampa de la catedral iluminada.
Alojamiento: Crisol Mesón El Cid. Su ubicación es extraordinaria, justo frente a la catedral.
Hicimos el check-in y fuimos al Museo de la Evolución Humana, antes de que cerrara, aprovechando que los martes y jueves la visita es gratuita a partir de las 19:00 horas. Se trata de un espacio moderno y bastante diáfano.
En su interior alberga no solo una exposición de las principales piezas halladas en los yacimientos (lo más interesante de todo el museo), sino también numerosos paneles divulgativos y con información adaptada a los más pequeños, reproducciones de animales prehistóricos y otras exposiciones temporales.
Muy interesantes son también las reproducciones como la de estos Homo Neanderthalensis. El segundo es obra de Fabio Fogliazza, que ha representado la cabeza de un ejemplar masculino tal y como lo imagina adornado con plumas sujetas con tiras de piel de corzo, orejas también emplumadas y la cara pintada con almagre y óxido de manganeso.
Para cenar tomamos unos pinchos en Los Herreros . Después, en La Flor de Escocia, tomamos unas bravas acompañadas de unas cervezas rojas.
Día 2. Por la mañana nos despertamos con la sorprendente estampa de la catedral desde la ventana del hotel. Aprovechamos el momento del desayuno para observar y fotografiar unos cuanto detalles de su fachada.
Enseguida nos pusimos en marcha rumbo a los yacimientos de la Sierra de Atapuerca. Con antelación habíamos concertado la visita, que parte del Centro de Arqueología Experimental (CAREX). Allí recorrimos sus espacios interiores y compramos un libro de Emiliano Bruner antes de tomar el bus que nos llevó a todo el grupo hasta el inicio de la visita a los yacimientos.
Ya de regreso en el CAREX continúa la visita por diferentes espacios dedicados a la arqueología experimental, donde puedes poner a prueba tus habilidades en diferentes destrezas relacionadas con la cultura y supervivencia en la prehistoria. A Roberto se le dio muy bien la caza con propulsión. Aquí vemos un espacio dedicado a la industria lítica:
Comimos en Atapuerca, en el restaurante Como Sapiens. El menú nos gusto, pero el servicio fue excesivamente lento, tanto como para no volver.
Por la tarde visitamos la catedral, cuya primera piedra se colocó en 1221.
Después accedimos al Arco de Santa María, una de las imágenes más emblemáticas de Burgos. Subimos a uno de sus torreones en la que disfrutamos de una exposición y de las vistas hacia el Río Arlanzón y el Paseo del Espolón de noche.
Para cenar no teníamos ninguna reserva y realizamos un tour "barístico". Fuimos a La Mejillonera, que no nos gustó; después a El Avellano, donde tomamos un pincho de oreja y unos tigres; a continuación, en Gastrobar El Norte tomamos una ensaladilla acevichada y dos sardinas ahumadas; más tarde tomamos una cerveza en La Flor de Escocia y, finalmente, como nos quedaba algo de gusanillo, tomamos algún pincho más en Casa Minuto.
Día 3. Por la mañana subimos en coche al castillo de Burgos. (Antes hicimos una fotografía al Arco de Fernán González).
Paseamos alrededor de sus murallas, pero no pudimos acceder pues de se encontraba temporalmente cerrado. No obstante, mereció la pena subir (en coche no se tarda nada). En el contexto de la Guerra de la Independencia, este castillo de origen medieval que se encontraba en ruinas fue convertido, por mandato de Napoleón, en un fuerte defensivo que albergó una guarnición francesa. Cuando Wellington llegó a Burgos se encontró con una resistencia más férrea de lo que imaginaba. Pero serían los propios franceses quienes después volaron este castillo en 1813, cuando tuvieron que retirarse hacia Vitoria.
En sus inmediaciones hay un mirador que ofrece una bonita perspectiva de la ciudad.
Quisimos visitar también San Nicolás de Bari, pero se nos hizo algo tarde. De hecho, solo llegamos a tiempo de ver el único toque de las 13:00 del Papamoscas:
Para comer, regresamos a la plaza para repetir en Casa Minuto, donde tomamos unos pinchos de jamón y salmón y pedimos media ración de queso de Sasamón. De nuevo recorrimos el Paseo de El Espolón y, justo detrás del teatro, en el Restaurante Polisón, escuchamos un concierto de blues, así que nos animamos a entrar y tomar allí otro pincho.
Seguimos caminando hasta la fachada principal del Teatro Principal, custodiada por una escultura ecuestre de El Cid Campeador.
Continuamos nuestro paseo por la ciudad, cruzamos el río Vena por el Puente de las Viudas, que va a dar a la plaza de San Juan. Allí se ubican la iglesia de San Lesmes Abad, el Monasterio de San Juan, el Museo Marceliano Santa María y la Biblioteca Pública del Estado. No entramos a ninguno de estos lugares.
Desde allí nos acercamos a saludar a los Gigantillos de la calle Hortelanos.
Como estábamos algo cansados, nos dirigimos hasta la plaza Mayor para tomar un café y un pedazo de tarta tres leches sentados en la terraza del bar El Centro. De camino pasamos por la calle de San Lorenzo, donde está la iglesia de San Lorenzo el Real y la Asociación de Danzas Estampas Burgalesas.
Antes de coger el coche para iniciar nuestro viaje de regreso, pasamos a comprar queso, vino de Arlanza y morcilla en Sandro.
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